Rosita Silva Álvarez

Defensora del derecho a la verdad, justicia y reparación

Rosita María Silva Álvarez nació en 1959 en la ciudad de Vallenar. El golpe de Estado e inicio de la dictadura significó la pérdida de su padre a manos de la Caravana de la Muerte, quien era militante del Partido Socialista y gerente de la Corporación de Fomento a la Producción, CORFO. Al llegar a Santiago en 1977, una vez que se titula de técnico en comercio exterior en DUOC, se integra a distintos movimientos de derechos humanos, contribuyendo, ya en la década de los 80 a la instalación de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

Entre los años 1986 y 1987 estudia teatro con Andrés Pérez y Fernando González, montando obras que abordaban temáticas propias de la época, como la cesantía y las violaciones de derechos humanos durante la dictadura. En 1988 encabeza la realización de la primera marcha nacional de derechos humanos y, a principios de los noventa, la marcha a pie de Valparaíso por la libertad de los presos/as políticos/as. Ese año participa en la toma de la cárcel pública por la libertad de los/as presos/as políticos/as. Siendo apoderada de la causa, presentó la primera querella en Chile contra Augusto Pinochet, patrocinada por Roberto Ávila Toledo, la que fue desestimada.

En 1991 ingresa a estudiar Derecho en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, gracias al beneficio establecido en la Ley N°19.123 que crea la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación. Ese mismo año, participa y encabeza la primera toma de universidades privadas, en la Universidad Andrés Bello, para protestar por el alza de los aranceles.

Rosita es considerada una de las fundadoras de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, AFEP, desempeñando distintas funciones al interior de dicha organización. Junto a familiares y amigos/as, Rosita Silva sigue siendo una gran luchadora de los derechos humanos, siendo una de sus banderas más representativas, el cierre del penal de Punta Peuco.

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